El callejón de los tilos (Primero de una serie)
Una escritora cubana que lleva en el alma misterios que pocos comprenden, pero que la protegen en la inspiración de sus poemas y cuentos, tuvo la ocurrencia de instalarse en este pueblo, tan poco conocido para los que no disfrutan de la vida académica. La calle donde encontró refugio se llama literalmente Callejón de los Tilos: Linden Lane, y su casa se asentaba firmemente frente a uno de estos árboles, cuyo conocimiento para nosotros viene de sus humildes flores, base de una infusión de té muy popular en Europa y en los países hispanos por sus propiedades curativas de los nervios.
Linden Lane, no en español, sino en inglés, fue el título que escogió Belkis Cuza--Malé, la escritora que se refugió en Princeton, para la revista que le daría espacio a todos los escritores cubanos y en general de lengua española diseminados por el mundo. Linden Lane cumple en el 2010 su vigésimo octavo aniversario de ininterrumpida constancia en las manos de su editora, y previamente también de su coeditor, su esposo de muchos años, Heberto Padilla (prematuramente fallecido), que la ayudó a fundarla. Es curioso destacar que el tilo es una especie de árbol que dura por siglos, y en algunas mitologías tiene un significado sagrado. Fue muy importante en la mitología eslava y para el famoso Andrei Rublev, cuyos iconos La Sagrada Trinidad y El Salvador, que pudimos ver en la galería Tretyakov de Moscú, están pintados sobre la madera de un tilo.
El árbol está asociado entre los germanos precristianos con la idea de la justicia, y si uno se situaba bajo el mismo, ayudaba a los jueces a descubrir la verdad. Hoy día el bulevar de Berlín Unter den Linden, o Bajo los Tilos, se considera el paseo de los enamorados. Y los tilos tienen también prosapia poética, desde Ovidio, Horacio, Homero, Virgilio, Plinio y los románticos ingleses. No es extraño pues que Belkis Cuza--Malé pensara en la belleza del nombre y la significación del lugar, de ese árbol que estaba allí cuando ella y Padilla se mudaran en 1981 a la calle Linden Lane, número 76 y medio (como en los libros de Harry Potter). ``Todas las calles tenían nombres de árboles, y yo le puse ese nombre a la revista'', cuenta la escritora, ``ése no es un nombre cubano, pero me gustaba. En esa casa ahora viven unos tibetanos, con un letrero frente a la casa: `Free Tibet'. La tradición de la libertad sigue ahí, y me da mucho gusto que sea así. Dios pone las cosas en su sitio''.
Pero no fue Princeton el sitio de publicación del primer ejemplar, sino Madrid. Allí se encargó Linda Montaner de distribuirla por correo. Lo que siguió fueron 28 años de dificultades económicas y triunfos
literarios. •
olconnor@bellsouth.net
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