PUERTA DE
GOLPE
No, nunca he estado en Puerta de
Golpe. Cerca sí, hace siglos, cuando fui a dar una lectura de poemas en
Pinar del Río. Una de esas pocas veces, a finales de los años 60, en que me
invitaron a participar junto a otros en una velada literaria organizada por el
Consejo Nacional de Cultura en la provincia.
Pasamos cerca, no en ese tren que hoy le
sobrevive, y en la proximidad del paisaje supe dónde se escondía Puerta de
Golpe, como si de verdad hubieran cerrado la puerta tras ella. Siempre
pensé que ése era un nombre muy poético y que merecía un destino en la
literatura cubana.
Heberto Padilla, el autor
de Fuera del juego, había nacido allí, pero nunca
le oí hablar en detalle sobre su pueblito. Sí recuerdo que su tío "Mambí"
Lorenzo, hermano de su madre, tuvo allí una tienda de víveres, pues
Puerta de Golpe fue hogar no sólo de varios Padilla, sino de otros parientes
maternos.
Como regresaba tan sólo a pasar las
vacaciones escolares (pues se habían mudado para Consolación del Sur,
donde el padre, Francisco Padilla, era juez), Puerta de Golpe pareció sepultarse
en la memoria del poeta, aunque reaparezca en su poesía como un lugar sin
nombre, acompañado de los pregones de los narigoneros, o de los parrales que el
terco abuelo insistía en cosechar.
Hace poco vi en internet una foto que
hace honor al misterio: una hermosa palma real, esbelta y altísima, sobre la que
se ha clavado un cartel con el nombre de Puerta de Golpe, para dar la bienvenida
a todo viajero que de seguro, me gusta pensar, va buscando al poeta que
escribió –y vivió– " la infancia de Willkiam
Blake".
Si no me equivoco creo que hace años
se creó en el pueblito una biblioteca independiente con el nombre de
Heberto Padilla. ¿Cuántos sabrán que su habitante más famoso es un nombre
prohibido en la Isla? ¿Soñó alguna vez ese tren que une al pueblo con
el resto del mundo, con tenerlo entre sus pasajeros?
La estación recuerda más bien no a una
aldea (que es como imaginé siempre a Puerta de Golpe), sino a una ciudad mayor,
viajera incansable ella misma. En Cuba, las estaciones de trenes tienen un
denominador común, además de ser casi fantasmales, se han instalado en el
paisaje para hacer eterno el aroma de otros tiempos con cada tren que se
detiene en el andén.
Su sola presencia nos recuerda que junto
a ellas existió alguna vez un pueblo, un caserío, gentes que subían y bajaban
del tren entre el humo de lo eterno. Hay misterio sin duda en el nombre de
Puerta de Golpe. Por mi parte, pienso en una antología personal de los poemas de
Heberto.
Quizás en un futuro no lejano la
estación de Puerta de Golpe reciba un día a los que vienen buscando las raíces
del poeta, o la ceiba bajo la cual estaba enterrado el daño como dice su poema
"Dones", o la casa donde Micha, la madre, cantaba también unos improvisados
versos mientras en lo alto se mecía la luna entre los pinares.
La estación ha sobrevivido al poeta. El
tren va y viene como un río. Puerta de Golpe sobrevive también a su
misterio.
BELKIS CUZA MALÉ (Guantánamo,
1942)
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