Escrito por Baltasar Santiago Martín
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Linden Lane Magazine, un monumento a la cultura cubana en el exilio |
“Como
he dicho en varias ocasiones, Linden Lane Magazine es una misión que
Dios me ha encomendado. De no ser así no se hubiese podido publicar ni
un solo número, pues, ¿de dónde iba a sacar yo los US$2000 que costaba
cada número, entre gastos de imprenta, de envío por correo y de
typesetting? Incluso llegué a publicar un número estando en España, en
1983. Y sin que yo moviese un dedo, las universidades de este país, las
más importantes, comenzaron a suscribirse a Linden Lane Magazine, una
revista diseñada, producida y dirigida por una mujer desde la mesa de su
cocina”.
Belkis Cuza Malé
Con
estas palabras de la mujer tras Linden Lane Magazine –donde se pueden
parafrasear perfectamente la frase de Luis XIV y la de Gustave Flaubert,
el autor de Madame Bovary— comenzó mi conversación-entrevista con
Belkis Cuza Malé sobre la revista que fundó en marzo de 1982, hace ya
más de 30 años, junto a su esposo en ese entonces, el también escritor y
poeta Heberto Padilla –“a regañadientes” él, según la propia Belkis– , y
mi mejor regalo para esta valerosa y talentosa mujer, además de mi
amistad y mi admiración, es comentar la edición extraordinaria por los
30 años de la revista, correspondiente a la primavera del 2012, que es
ya el volumen número 31.
Antes
de reseñar dicho número conmemorativo, quiero puntualizar algunos
aspectos que considero cruciales para resaltar la hazaña lograda por
Belkis, al editar sin interrupción durante tres décadas este monumento a
la cultura cubana en el exilio —porque también los pintores, los
músicos y los bailarines han encontrado cobijo entre sus páginas, no
solo los escritores y poetas— y poder valorar en su justa medida el
significado de Linden Lane Magazine por sí misma, para Cuba, para los
cubanos, y para la cultura latina en general.
Belkis
y Heberto fueron los primeros “cimarrones” de la literatura cubana que
“huyeron” del control absolutista del Estado, previsto ya por el
dramaturgo Virgilio Piñera en la reunión de Fidel Castro con los
intelectuales en 1961, en la Biblioteca Nacional, cuando el autor de
Electra Garrigó declaró ante nuestro Saturno tropical: “Yo tengo mucho
miedo”.
Ambos
estuvieron presos en las mazmorras de Villa Marista; Heberto, durante
más de un mes, a partir del asalto a su apartamento el 20 de marzo de
1971, por haber escrito su premiado libro Fuera del juego, mientras que
Belkis vería su poemario Juego de damas –escrito entre 1964 y 1968–
reducido a pulpa tras su publicación, en 1971.
Es
completamente irónico que ambos poetas usaran en sus dos libros la
palabra “juego”, cuando debían haber sabido muy bien que si con algo
estaban jugando era con fuego, y no precisamente con el fuego fatuo de
las antiguas tumbas de los esclavos cimarrones con los que los comparo.
El
caso Belkis-Padilla —porque aquí me permito editar la historia, que
casi siempre ha dejado a Belkis a un lado— fue un verdadero aldabonazo
para la izquierda fascinada con el castrismo, y en 1980 el matrimonio
pudo por fin abandonar el barracón.
Salvada
la parte histórica, la obra poética y en prosa de Belkis Cuza Malé
brilla con luz propia; no es ella una especie de luna que refleja los
rayos del rey-sol Padilla, porque si deslumbrante es Fuera del juego, no
menos fascinante y tremendo es Juego de damas, además de su vigencia
como editora de Linden Lane Magazine y articulista de varios periódicos y
revistas, así como su novela biográfica El clavel y la rosa, sobre la
malograda poeta y pintora cubana Juana Borrero, y sus acuciosos libros
sobre el enigma de Elvis Presley y sobre la cantante Selena, sin
mencionar sus varias novelas aún inéditas.
Citando
a la propia Belkis —con quien concuerdo absolutamente—, “el exilio
cubano no ha aprendido de los ricos de este país (Estados Unidos), tan
generosos para apoyar la literatura y las artes en general, ni ha
considerado necesario —a pesar de todo su patriotismo— proteger la
cultura ni promoverla. La mayoría de las actividades que se realizan
fuera de Cuba son por iniciativas personales, con un gran sacrificio por
parte de todos”.
Durante
los últimos cuatro años, he visto a Belkis preparar cada cuidada nueva
edición del magazine desde la mesa de su cocina, día tras día, sin el
amparo de una remuneración equitativa, y sin ni siquiera la seguridad de
que los propios escritores publicados compren un ejemplar, a tal punto
llega la desidia —por llamarle de algún modo— de muchos de ellos, que
debían ser los primeros en comprar la revista, pero ni así Belkis
claudica ni se desanima.
Por
ejemplo, este número por los 30 años de la publicación tiene 154
páginas, y un total de 186 colaboradores (poetas y escritores cubanos
del exilio) y 67 pintores y artistas, también del exilio, salvo el autor
del José Martí que aparece en la portada, el pintor cubano Jorge Arche
(Santo Domingo, Cuba, 1905 - Cádiz, España, 1956). Cuatro escritores se
autoexcluyeron, “a pesar de que a todos ellos se les envió un e-mail
invitándolos a colaborar, y no una, sino dos o tres veces, y ni se
tomaron el trabajo de contestar”, según nota de la propia Belkis en la
presentación del número, “y por razones extrañas y ya casi imposibles de
solucionar, dos escritores quedaron fuera: Juana Rosa Pita y Jorge
Oliva. No sé realmente qué pasó, ni cómo desapareció la página en que
estaba el poema de Juana Rosa. Y con Jorge Oliva la cosa fue distinta,
pues no encontré por ninguna parte sus textos, lo que lamento”.
A
su vez, “el escritor chileno Roberto Ampuero, quien vivió largos años
en Cuba y es el famoso autor de Nuestros años verde olivo —entre muchos
otros títulos que han alcanzado gran popularidad—, ha tenido la
gentileza de escribir un texto especial sobre su amigo Heberto: ‘Heberto
Padilla en Valparaíso’. Tengo que agradecérselo doblemente, pues lo
hizo mientras se encontraba en Chile asistiendo a los funerales de su
querido padre. En la actualidad Roberto Ampuero ocupa el cargo de
embajador de Chile en México”, nos explica también la tenaz editora,
quien también ha incluido un texto del mexicano Octavio Paz, Premio
Nobel de Literatura: nada menos que su “Carta a Heberto Padilla”.
Me
constan la pluralidad y la imparcialidad con que Belkis publica, y
admiro cómo no discrimina ni a quienes la han atacado o herido alguna
vez, cosa que no abunda en el mundillo intelectual, plagado de celos,
rencillas y agendas ocultas, pero la agenda de Belkis es clara y
diáfana, como ella misma expone en dicha presentación:
“La
razón de este número extraordinario va más allá de la literatura. Con
él deseamos demostrarle a todos los que quieran leernos que los
escritores y artistas cubanos, viviendo en el exilio, en una situación
de desventaja —y muchas veces de impotencia—, hemos seguido creando, sin
olvidar a nuestra sufrida Isla. Al menos, me da satisfacción decir que
somos libres y que durante estos 30 años no hemos censurado a nadie,
como se hace en Cuba, ni nadie nos ha dicho lo que tenemos que escribir o
decir”.
No es nada gratuito que el retrato de José Martí pintado por Jorge Arche sea el que aparezca en
la portada del número, pues Martí, quien vivió la mayor parte de su
vida en el exilio, es el mejor símbolo de que aun viviendo fuera de Cuba
podemos serle útiles, máxime cuando el exilio cubano sigue sin quitar
el dedo del renglón después de 53 largos años, cuando a esas alturas ya
en la Unión Soviética y en los demás países socialistas de Europa se
habían resignado a soportar el totalitarismo, y tuvo que llegar un
Gorbachov para desmontarlo desde el poder.
Abre
LLM con un texto de Belkis titulado “Treinta años es nada”, donde hace
un ameno recuento de la historia del magazine, seguido por “María
Zambrano: de Madrid a la eternidad”, “quien merece una tumba junto a los
más grandes”, según su autor, el infaltable Heberto Padilla; y luego un
desfile de 186 interesantes textos donde sobresalen los de Reinaldo
Arenas —quien fuera colaborador de la revista hasta que Belkis tuvo que
“sacarlo a patadas”, según su propia confesión—, Gastón Baquero, Levi
Marrero, Guillermo Cabrera Infante, Eugenio Florit, Severo Sarduy, Lydia
Cabrera —“Los huesos de los Santos”—, Nivaria Tejera, Eduardo Manet
—“Cuento de amor entre pintores”—, José Lorenzo Fuentes, Antonio
Benítez, Carlos Alberto Montaner, Matías Montes Huidobro, René Ariza,
Lorenzo García, Carlos Victoria, Raúl Rivero, Daína Chaviano, Orlando
Fondevila, Daniel Fernández, Pío E. Serrano, Juan Abreu, Félix Luis
Viera (colaborador de Newsweek en Español), Luis de la Paz, Ángel
Cuadra, Jacobo Machover, Eliseo Alberto, Antonio José Ponte, Luis
Agüero, Néstor Díaz de Villegas, Elena Tamargo y Felipe Lázaro, entre
tantos, que mencionarlos a todos haría muy larga y tediosa la lista, y
con hermosas ilustraciones intercaladas entre los textos —pinturas y
fotos— de 67 artistas plásticos exiliados, entre los que se destacan
Jesús Selgas, Ena Columbié, Ramón Alejandro, Guido Llinás, Baruj
Salinas, Delio Regueral, Clara Morera, Arístide, Humberto Calzada,
Arturo Cuenca, Hugo Consuegra, Gina Pellón, Chago, Miguel Ordoqui,
Alejandro Lorenzo, Carmen Herrera, José Mijares, Rafael Soriano y
Eduardo Michaelsen, lo que denota la sensibilidad y el buen gusto de
Belkis también para el diseño, así como su declarada vocación
“multimedia”.
Como
acostumbraba a decir mi madre, Elsa Garrote, ya fallecida, cuando algo
le parecía muy bueno, este volumen 31 de LLM “es un verdadero dulce”,
tanto por su forma como por su contenido, por lo que invitamos a los
lectores de esta reseña a que lo adquieran, que es la mejor manera de
apoyar a Belkis y a la cultura cubana en general, pues Linden Lane
Magazine es su monumento en el exilio.
TOMADO DE: http://newsweek.mx/index.php/Mundo/linden-lane-magazine-un-monumento-a-la-cultura-cubana-en-el-exilio.html
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